23/5/11

El ritmo de vida actual que vivimos

Aprender a vivir el presente es el mejor modo de afrontar los problemas físicos y psicológicos.

Horarios imposibles, días o semanas enteras sin ver a padres, hermanos y amigos y, a duras penas, encontrar un rato para charlar con la pareja o los hijos. Aficiones personales relegadas por el trabajo y citas aplazadas. El estilo de vida de hoy exige demasiado y en áreas diversas: familiar, laboral, de pareja, social lo que ha provocado que uno de cada diez adultos padezca estrés, depresión o agotamiento.

Usualmente los malos hábitos son muy fáciles de adquirir; entre ellos se encuentran: el quedarse acostado hasta tarde en la cama, beber, fumar, comer en exceso, pensar negativamente todo el tiempo, llegar siempre con retraso, ser chismoso, mentir, comer comida chatarra, etc, en otras palabras, todo lo que uno sabe que no es apropiado para el crecimiento personal.

Un ritmo de vida acelerado puede pasar factura y provocar ansiedad, depresión o trastornos psicológicos en los casos más graves.
Auque ganemos mucho mas dinero tengamos muchas mas comodidades y ayamos alcanzado mayor preparación académica que nuestros padres y/o abuelos, la mayoría de nosotros no somos tan felices

Para superar el estrés que provoca el ritmo actual de vida no existen soluciones mágicas, sino la existencia de recursos y habilidades personales (saber cómo manejar los pensamientos y actuaciones). Una capacidad que no tienen todas las personas por igual, y que a muchos provoca graves problemas.

Creemos que unas vacaciones nos calmarán, que comprando una casa nueva seremos más felices, comprando un carro nuevo, casándonos, teniendo una pareja, comprando el último aparato tecnológico (Ipod, Blackberry, Laptop, etc.), ponemos nuestra esperanza en todas estas cosas, como si esto en si nos pudiera dar felicidad.

La presión excesiva se puede sentir a cualquier edad, ya sea en la adolescencia, la edad adulta o la vejez, preocupación por la precariedad de la salud. Pero el ritmo de vida más acelerado se da durante la etapa de actividad laboral, por lo que es más frecuente sufrirlo en edades comprendidas entre los 25 y los 44 años.
Las personas que se enteran que sus días en este mundo son pocos, deciden en su mayoría, realizar cambios drásticos en su estilo de vida. Renuncian a la adicción al trabajo y disminuyen el ritmo acelerado de su estilo de vida.

Síntomas comunes:
La necesidad de realizar numerosas actividades a lo largo del día genera estrés, pero en muchas ocasiones no nos damos cuenta de que estamos padeciéndolo, a los síntomas les resumimos en:
Dolores de cabeza: Es un síntoma que nunca antes se habían padecido con tal frecuencia.
Trastornos del sueño: Dormir mal sin causa aparente que lo justifique.
Cansancio: Puede notarse un cansancio mayor de lo habitual, que no se sabe a qué causa achacar en concreto.
Problemas con la bebida y la comida: Cuando la ansiedad es muy fuerte, algunas personas empiezan a beber o comer en exceso, sin razón aparente que lo justifique.

Posibles soluciones:El cuerpo humano, en los aspectos físicos y psicológicos, está preparado para afrontar presión, pero hay que adecuar el ritmo de vida a sistemas proporcionales, y nunca hacer más de lo que se pueda. Para ello es necesario buscar mecanismos genéricos de compensación:
Tener una amplia red social de amigos: Salir, no perder el contacto con los amigos.
Practicar ejercicio físico: La práctica de ejercicio físico es fundamental para liberar tensiones y muy beneficiosa para las personas que soportan un exceso de actividad.
Comunicación: Hablar con alguien sobre la ansiedad y angustia que le supone el ritmo de vida que lleva es muy beneficioso.
El mejor tratamiento es prevenir, en este caso concreto desacelerar el ritmo de vida. Para lo que es muy importante:
Organizar de forma coherente las prioridades.
Ser realistas con las expectativas y ver hasta dónde podemos llegar, para poder disfrutar de otras cosas importantísimas de la vida. Paradójicamente, nos volvemos más productivos cuando lo llevamos a cabo, es decir, estamos más tranquilos, pensamos mejor y resolvemos más y más pronto.
Intentar seguir el "ritmo de la vida", es decir, intentar fijar nuestra atención en el instante presente.
Desacelerar el ritmo: el mejor modo de adaptación a estos tiempos donde todo sucede tan rápido, paradójicamente, es desacelerar nuestro ritmo de vida. No hay que vivir haciendo constantemente planes futuros, ni vivir de recuerdos del pasado, porque se pierde el presente.
Disfrutar del momento presente: es muy importante aprender a fijar nuestra atención y nuestros sentidos en el ahora, para llegar a vivir y disfrutar del momento presente.

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