30/6/11

Hombres maltratados

 Ahora, con la inapreciable ayuda de los sistemas judiciales, pueden darse el gustazo de hundirnos, sacarnos un buen dinero, quitarnos a los hijos y hasta encarcelarnos. Aunque te parezca mentira.
No sólo existe la mujer maltratada, sino también los hombres maltratados. Ni ellas son tantas, ni ellos tan pocos. En muchos países, el número de hombres que reciben malos tratos de sus parejas es prácticamente similar al de las mujeres, cuando no mayor.
En los Estados Unidos, por ejemplo, el número de hombres maltratados por sus esposas supera al de las mujeres golpeadas por sus maridos, mientras que en España, la carga está pareja, lo que ha motivado a un grupo de hombres de este último país a crear una plataforma institucional con miras a revertir esa tendencia.
Un hombre maltratado es aquel que es habitualmente agredido, en forma física o verbal, por su pareja. Por el tipo de sociedad patriarcal en la que vivimos, la golpeada suele ser la mujer. A un hombre le cuesta admitirlo.
Los hombres maltratados no se atreven a denunciar estos hechos, porque los ven como algo que puede afectar a su hombría.
La percepción común es que los hombres nunca son las víctimas de la violencia doméstica. Para resolver el problema debemos liberarnos de este tabú y tener un acercamiento más equilibrado al problema.
Como sucede con la mayoría de los problemas de violencia familiar, la situación empeora día tras día y los maltratos aumentan puertas adentro y con más de un cómplice. Si bien cuando se habla de violencia familiar se suele pensar en la agresión física, el maltrato verbal o psicológico es a veces mucho más doloroso.
Testimonios
Caso 1: Al principio, cuando empezamos, me gritaba. Desde entonces, ya se le veía venir, pero uno siempre tiene la esperanza de que se va a adaptar, de que puede cambiar… Luego, te das cuenta de que no es así. Empezó a pegarme y a tirar todo lo que encontraba. Habia momentos en los que se transformaba y se ponía hecha una furia. Intenté arreglarlo yendo a un psicólogo con ella, pero sólo acudimos dos veces porque vio que las conversaciones se querían reconducir hacia su agresividad. Y también creí que me merecía todo lo que me hiciera. Sin embargo, hubo una vez en que comprobé que realmente tenía problemas psicológicos y yo no tenía la culpa de que reaccionara de aquella manera.
Caso 2: Me insultaba habitualmente, me gritaba y me hacía chantaje. Desde que nació nuestro primer hijo, me amenazaba con dejarme sin él si no atendía a todos sus caprichos y me ponía a sus pies. Me sentía constantemente menospreciado. Un día fue a mi lugar de trabajo y me pegó delante de todo el mundo. Puede no parecer muy fuerte, pero al final uno se termina creyendo que todos los defectos que se le achacan son reales y queda absolutamente mermado.

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