13/6/11

Maltrato Infantil

                              No le pegues a tu hijo

Los niños quedan heridos profundamente, con la autoestima disminuida y con un odio enfermizo por sus seres queridos.

Pegarle al niño es mortificarlo y afligirlo. Se piensa que una nalgada de vez en cuando es necesaria. Esto no es verdad. Golpear a un niño le enseña a tener miedo, que puede ser abusado, a limitar sus habilidades de ser autónomo y responsable, a suponer que la violencia es justificada, a comportarse como víctima, a no razonar y aprender que existen cosas que se hacen "porque le da la gana" a alguien mas fuerte que el otro. En el plano emocional, después de las nalgadas, correazos, empujones, bofetadas, puños o paliza, los niños quedan heridos profundamente ante la humillación sufrida, con la autoestima disminuida y con un odio enfermizo porque lo sienten por sus seres queridos. Se autopercibe sólo, abandonado, triste y amenazado en su seguridad física y mental.

Muchas veces hablamos y defendemos los derechos humanos porque todos hemos sido creados iguales. Nadie tiene el derecho de abusar o someter a otro ser humano o de golpearlo, torturarlo, humillarlo o avergonzarlo. y de repente en algunas familias se olvidan que un niño es precisamente ¡Un ser humano!

Cuando el niño es maltratado asocia a sus familiares que lo agraden con el peligro y no puede amarlos a plenitud ni confiar en ellos. La comunicación familiar va desapareciendo y los vínculos de cariño y afecto, también.

Estudios demuestran que los padres le pegan a sus hijos por distintas razones. Las más frecuentes son porque lo consideran parte de la educación de sus hijos, porque ellos mismos fueron maltratados cuando pequeños y por falta de control emocional y manejo de la ira.

Debemos aceptar que formar a los hijos es enseñarles a convivir con los demás aceptando las normas de la sociedad donde vivamos. Esto implica para el niño obtener conocimientos a través de la educación formal y adquirir valores por intermedio del modelaje y los patrones de conducta que los guían, que son en primer lugar sus padres. Debemos cambiar el esquema de enseñanza apuntando más al premio por lo bien hecho que al castigo por lo "malo". Si lo bonificamos cada vez que hace lo "correcto" de acuerdo al código familiar y cultural, el castigo es simplemente la falta de un premio. Podemos darle, por ejemplo un "vale", "bono" o "sello" en un cuaderno todas las veces que cumpla una tarea o que tome una iniciativa adecuada y al reunir una cantidad determinada de bonos le premiamos. El "castigo" sería lo contrario, no obtener o perder bonos. Inténtelo, pronto verá los resultados. Por último, nunca "explote" ante su hijo. Tome un tiempo para calmarse, pensar y actuar con serenidad.

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